Pareja en el Camino de Santiago

 

La relevancia de la villa en el Camino de Santiago viene de muy lejos. Tras las desavenencias surgidas entre la Iglesia y las Ordenes militares al apropiarse éstas de los diezmos que pertenecían al clero, los obispos de determinadas diócesis decidieron crear nuevos caminos cuyas etapas pasaran por puntos acordados entre los prelados y las diferentes órdenes hospitalarias. Unos de los obispos, protagonista en el momento de definir los trazados, fue el obispo de Cuenca, San Julián (1128-1208), que era señor de Pareja y santo en el camino Jacobeo alcarreño. Precisamente en esta población poseía el obispado una sede en cuya fachada aparece resaltado el escudo episcopal con la concha del peregrino.

En este tramo del camino de Santiago procedente de Cuenca, se llega a Trillo y Cifuentes a través de dos rutas que pudieron utilizarse indistintamente y cuyo trazado más corto pasaba por Escamilla y Pareja. La Villa de Pareja aportaba al camino el valor añadido de contar con una importante población que se había consolidado durante la reconquista como punto fuerte al abrigo de sus murallas. Asimismo, está documentada la existencia de un Hospital destinado a dar amparo al caminante. Merced a la pujanza de la diócesis conquense, Pareja consiguió en 1255 el privilegio de contar con una feria y mercado, circunstancia que, sin duda, contribuyó a que la Villa quedara marcada como punto de paso obligado en el camino, dada su importancia como ruta comercial. Del mismo modo, la mitra conquense hizo llegar hasta Pareja distintas reliquias para su veneración por los fieles entre las que se encontraban un Lignum Crucis (astilla de la Cruz de Jesús) y un dedo de San Blas, santo que contaba con una ermita extramuros.

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